miércoles, 23 de septiembre de 2009

CÁNCER, AMIGO Y ENEMIGO


Pasillos blancos y un hedor a muerte que deambula, a través de ojos
amarillentos se siente la inquietud, viven, sí, pero viven en un ir y venir
entre salas de quimioterapias, radioterapias, scanner, análisis y sangre
que poca les queda.
El pasillo es alto, los cielos intentan ser claros para que se note menos
la tristeza de aquellos que le dan la noticia recientemente, los médicos
están curtidos por el dolor y la indiferencia les ha hecho ser autómatas
de su profesión, pero siempre existe “ese”… aquel que todavía no olvida
que ellos son seres humanos, “benditos ellos”.

El cáncer una enfermedad que no sólo mata a quien la adquiere, mata poco
a poco a quien le ama, se pierde el sentido de la realidad, cuestiona, maldice,
se revela, se siente impotencia, grita, llora, rabia, pena.

Retrocedo en el tiempo, Enero 2009, lapidario diagnostico, cáncer avanzado,
tumor cervical, metástasis. Hoy, nueve meses han pasado, veo de otra forma el
cáncer, tal vez para mí una bendición, he podido estar a su lado, mimarla,
cuidarla, amarla, decirle cada día que amanece “te amo”,
y recibir un “te amo” de sus voz débil pero clara. El Cáncer me hace ver que
no somos inmune, que debemos fijarnos en detalles simples, vivir para amar,
no perder el tiempo en desear bienes y cosas superfluas.

Hoy percibo momentos y cosas que tienen color a despedida, no deseo sentir nada parecido a despedida, pero es tal vez necesario, para así no dejar nada pendiente,
a veces creo que debo bloquear pensar en el futuro, darle quizá más importancia al presente, que el futuro pierda fuerza, lo dejo en manos de él que sé guiará mi andar
por este tránsito que me ha encomendado y sigo en ese batallar día tras día.

Mi vida ha cambiado radicalmente, dio un giro de ciento ochenta grados, por eso
hoy creo que nunca debemos pensar que nos sobra tiempo, que mañana podemos
decir los te amo que tenemos guardados, ¡Dilo ahora! Mañana tal vez sea
demasiado tarde.

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