sábado, 16 de febrero de 2008


Te fuiste quedando en mí, lluvia fresca en mi cabeza,
como dulce de menta y aromas de hierba.
Y te fuiste quedando, sin saber como y cuando
me fuiste despertando, del sueño y la tormenta.

Te fuiste quedando en mí, vertiente que sacia la sed,
como rayo que ilumina y disipa la neblina.
Y te fui queriendo a diario, sin horario, sin premeditarlo,
como sol entibiaste mi corazón, congelado y abatido,
era mi destino afortunado, encontrarte en el camino.

No hay comentarios: