jueves, 8 de octubre de 2009

Cosas

COSAS

Sobrevivo en la inmensidad de una ciudad de cemento,
añorando los saltos de agua, bosques frondosos y enigmáticos,
alturas y nevados, sentir el aire frío cuando se baja por
la nieve virgen y el polvo blanco me da de frente en la boca
y el sonido rugiente pero adormecedor de las olas.

Cierro los ojos y me veo en el crepúsculo en la playa,
paz infinitamente placentera, sentir la brisa, el sabor en
los labios a sal y el aroma del mar.
Hoy que el encierro es transitorio, que la vida me ha
mostrado el valor de lo simple, aquello que está y que
podemos alcanzar cuando queramos, pero nos pasamos
la vida en obtener “cosas”, ocho horas diarias en una oficina,
taller, fabrica, para llegar a casa y luego pensar en trabajar
nuevamente al día siguiente ¿Para qué?
Para seguir pensando en las cosas, ¿Y el alma qué?
Seguimos pensando en “obtener” y nuestra alma pueril
va envejeciendo, la ingenuidad al ver la naturaleza y lo que
tenemos a la mano se transforma y muta, ya no somos lo que
en esencia fuimos.
Deseo volver a tener el corazón simple, aquel corazón
que ve la vida de forma natural, que disfruta de lo entregado por
la madre tierra… Dios

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