Señor te he reclamado con mi falta de fe,
te he clavado a la cruz con mis reclamos,
he sentido la desesperanza y vuelvo crucificarte,
aún así tú me perdonas una y otra vez.
A veces mi enojo es un golpe en tu pecho,
y siento que ya no estás que me castigas
aún sabiendo que tu no sancionas a tus hijos,
quiero creer que tus designios son por algo.
Sé que no me abandonas, has puesto seres únicos
en mi camino, pero las fuerzas que te pido
muchas veces flaquean.
domingo, 22 de agosto de 2010
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