lunes, 23 de agosto de 2010

A VECES LA MUSA ENMUDECE

A veces la musa enmudece, y como nada tiene que decir,
se convierte en lágrima hambrienta, cómo saber que es cierto,
cómo comprender lo incomprensible.
Quisiera ser barco en mar abierto que el soplo del viento me
llevara, tal vez ser golondrina de invierno esperando los copos
de nieve o la escarcha en los árboles que me cobijen.

A veces la musa se calla, y no hay nada que pueda pintar,
los colores vivos se opacan, y esa flor en la lona no calca,
cómo saber si él no es fantasma, cómo saber que esa dulce
entrega es inequívoca.
Quisiera ser una pintura de Miguel Ángel, que pintara unas alas
para surcar los picos más altos, donde la paz se mezclara con
el silencio de una voz.

A veces la musa no habla, no desea hablar, no quiere entregar
la lava volcánica que quiere explotar desde lo profundo de
un cuerpo casi inerte y sin razones.
Quisiera, ¡Oh! Cómo quisiera salir de la tormenta impuesta,
y ser consciente que nada es eterno en este mundo que piso,
que me quedará la esperanza que allá todo será distinto.

No hay comentarios: