Fuiste recogiendo de apoco, los cientos de pedacitos humedecidos por las lágrimas de olvido, ansias, desesperanzas, contradicciones, desaciertos y desamor.
Y en un cofre verde protegido de ojos curiosos y malsanos pensamientos, depositaste cada uno de ellos, los fuiste uniendo de tal manera, que se han ido amoldando a tu medida, exactamente como es tu esencia etérea.
Hoy no me queda más que ese cofre verde ilusión, donde esas lágrimas reciben el aire fresco, sano, pero intangible a mis manos heridas. Pero tengo la esperanza que mis versos lleven siempre la magna gratitud a tus manos, soplo, hálito y espíritu de artesano de mis llantos sin vida.
JANETT
13 MARZO 2010
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