Los adoquines escabrosos y húmedos,
los árboles con ademanes furiosos,
los rostros con máscaras sin ojos y sin bocas,
y yo… Ente que camina con la lluvia en la piel.
Lejos te vi, como una fugaz sombra,
te perdías entre las lastimeras gotas,
el constante ruido del viento se hacía polvo
y ello… me laceraba por dentro.
Los adoquines resbaladizos con musgo,
los faroles empañados y tenues,
los pasos lentos, perdidos
y la sonrisa malgastada en una mueca.
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