Paso a paso,
despacito,
lentamente,
sin darse cuenta,
entró por la ventana
un suave murmullo
que tocó su boca,
un límpido frescor
que cicatrizó
magulladuras añejas
y un haz de luz
que tocó
su cuerpo casi inerte
y lo entibió.
Paso a paso,
despacito,
lentamente,
sin que lo notase,
se fue quedando
en su alma,
se fue adhiriendo
a su corazón,
dejando una paz infinita,
alejando todo dolor.
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