Decir adiós cuesta tanto cuando
has compartido azules, blancos y verdes,
es volverse a reinventarse,
es tomar el timón de su propio barco.
Es navegar rumbo abajo,
llegar al desfiladero y soltar.
Desacoplar recuerdos y vivencias,
despegarse de la tierra.
¡Pero cómo arrancar de la memoria!
cada segundo bordado con el tiempo,
el amor y la entrega.
Si hasta olvidaste de ser tú misma,
para compartir una vida que sería eterna.
Decir adiós es volcar
una caja de fotografías al mar,
una historia, que se tatúa y no se borra,
es intentar subir aunque tu alma se entuma
y el tormento de la ausencia deje de
escrutar en los oídos del alma.
JANETT
FEBRERO
2010
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