martes, 1 de septiembre de 2009

Autoaislamiento en oriente




El racismo a veces se torna exasperante, los rasgos marcados y el color de la piel, el lenguaje y las costumbres, la intolerancia y la hipocresía, han sido la hiedra adherida que debe enfrentar.

Construyó un castillo lejos de su patria,
seis retoños y una esposa muy amada,
pero el color de su piel y también su idioma,
se convirtió en la maleza que le sujeta.

Se fue encerrando en su jaula dorada,
injusticias que su cuerpo ya no tolera,
costumbres ancestrales le dividen, le invaden,
atropellos que ya no soporta y no evade.

Se siente que no es de ahí, pero sigue,
el ambiente eternamente tenso es,
mudo está en ese mundo y su silencio,
candados apretados a su corazón sujetan.

La idiosincrasia en ese lugar es obsoleta,
los abrazos y besos allí no son bien vistos,
su boca a olvidado la caricia en sus labios,
sus brazos apretados al viento arrebatado.

Decir en su idioma lo que él siente,
es tan complejo como buscar ardiente…
la estrella más lejana en el firmamento
o cortar de un palmetazo actos hirientes.

Van matando de apoco ese corazón sano,
injusticias que nadie ve de lejos
de un país que para los ojos del resto,
es potencia mundial y gran ejemplo.

Bajo una sonrisa falsa que al mundo dan,
adelantos tecnológicos, inteligencia y moral,
bajo ese concepto se venden al resto,
pero vivir con ellos es otro el cuento.

En su propio reino ya mal interpretado es,
se siente ajeno a todo lo rodeado,
mientras su alma se aísla bordando versos
para sostenerse y no morir por dentro.

Y vele allí en su encierro autoimpuesto,
sin doblegarse a ese canibalismo absurdo
por pensar distinto y ser extranjero
que hoy él me pide exprese yo en versos.

JANETT,
29 DE AGOSTO 2009

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