Sin duda, yo amo el invierno, aunque eso signifique andar como esquimal, yo me digo “soy mujer de invierno”. o tal vez mujer de otoño. Siempre me río de la gente que dice "cumplo tantas primaveras", como si eso fuese increíblemente perfecto, la primavera es cierto, tiene sus encantos, pero al florecer los azahares, y los álamos
me viene a mi la alergia y el estornudo es mi enemigo y para darme el jaque perfecto me viene una sensación de angustia, ya que como en el invierno necesité de muchas calorías para amortiguar el frío, obviamente subí unos cuantos kilos, jajá ( ya sé, dirán esta mujer tiene obsesión por los kilos) y bueno la ropa más primaveral no me queda, entonces me cuestiono y quiero retroceder a mi bello y romántico invierno, la lluvia, el viento que me deja el cabello alborotado y el frío la nariz roja como Rodolfo el reno.
Entonces como ando un poco afligida por la pronta llegada de la “maldita primavera” (título de la canción de Yuri), pensé “basta de filosofar”, iré a caminar con mi paraguas, que más que paraguas parece quitasol de alguna propaganda, un regalo que me trajo mi marido con mucho amor de Universal Studios, por cierto debía darle uso, luego me dice no te gustan mis regalos. Iba yo con mi quitasol, perdón mi paraguas, cuando al atravesar la calle viene un tipo en su auto y sin miramiento alguno me tira el agua apozada, el paraguas no sirvió de nada, quedé empapada, muy acongojado y como buen caballero, detuvo su auto y con una sonrisa nerviosa, pide disculpas.
El calor cansa, pone de mal humor, dan ganas de no salir a la calle por ese sofocante y sauna que es el metro.
Comprendí entonces que mi estación definitivamente es el invierno, hace tal vez a la gente más humana.
jANETT INVIERNO 2007
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