domingo, 21 de octubre de 2007

LA MUJER DEL PRENDEDOR

En la ciudad de Santiago hay cerca de 2 mil personas que viven en la calle. Mucho de los factores se relacionan con : sociales, existenciales, psicológicos, físicos, emocionales y materiales que los llevan a determinar esta forma de vida. Tal vez situaciones conflictivas dentro de la familia, crisis que no fueron resueltas de la manera más adecuada, discriminación social y racial. Hay muchos mapuches, y personas indocumentadas de Bolivia y Perú, familias completas que se vienen del sur y no les resulta, hombres y mujeres que salen de la cárcel y no encuentran trabajo. Personas con sus facultades mentales perturbadas, drogas, alcoholismo, pobreza irreversible. Indigencia total, con la indiferencia social.


LA MUJER DEL PRENDEDOR

La calle con adoquines húmedos por la lluvia reciente, el aire frío que estremecía los huesos y una soledad que se dibujaba en aquella sombra. Ella tan sólo camina, sus ojos no tienen punto fijo, su frente está marcada por surcos de suciedad, tristeza, recuerdos y años vividos; ¿vividos? si se puede llamar vida a días y días de dormir en calles solitarias o debajo de algún puente a orillas del río, sus ropas harapientas, sus manos frías y temblorosas, un gorro de lana de color indefinido dañan la imagen de aquella mujer que aún se trasluce fue de gran belleza, camina lentamente y me fijo en un detalle, dos corazones unidos por un candado y una cadenita colgando con una llave de prendedor. Me atrae ese prendedor es singular, nunca antes lo vi.

Nos esperan en la entrada de un colegio, son alrededor de setenta, setenta seres únicos,
cada uno tiene su propia historia, hay un poeta que me recita y me impresiona, no los lee, los sabe de memoria, pasea por Neruda y Bécquer, me pide un lápiz y me escribe unos versos:


"Yo simple mortal hambriento
te escribo desde mi tumba
la que día a día en tinieblas
da rienda vida a la risa.
Hoy te saludo y escribo
en este papel carcomido
por el viento y mi derrota."

Me interrumpe, “Paco Rabanne” no sé su verdadero nombre, con un micrófono en mano
dice ser periodista de un canal televisivo importante, ¡vamos amigos a la oración!, para
luego comer, algunos corren, otros quedan en ese mundo que sólo ellos ven, y compartimos la comida, el café y el pan, no falta la pelea por querer ser el primero,
pero la “Katty” pone orden.
Y luego viene la sobremesa, si es que se puede decir sobremesa, a un plato desechable sentados en la vereda, pero lo que importa es el contacto, el tocarse y escucharse,
recibo tantos besos, jamás imaginables.

Recuerdo la mujer del prendedor, e intento encontrarla, pero “El Peñi” me sujeta
y ahí me quedo en un abrazo, me platica de la noche fría, que pasó en la puerta de la Posta, y que por misericordia, lo dejaron pernoctar.
Me habla en “mapudungu” y le pido me traduzca, es enriquecedor como ya algunas palabras no se me olvidan.
De pronto diviso a la mujer, sentada en la escala del colegio, cabizbaja y somnolienta,
voy de la mano con el “Peñi”(hermano) que me sigue hablando en mapudungu la observo y su plato esta intacto, no ha comido, ¿le digo no tienes hambre? y no contesta, toco su mano y está fría, es hielo, grito y mis compañeros vienen, ella esta muriendo.

No supe nunca su historia, no supe porque llegó a vivir en la calle, no puede escucharle, no pude contarle que tambien tengo mis penas, no pude ser su amiga, como lo soy de mis amigos queridos, mis amigos de la calle.


JANETT, 16 DE JUNIO 2007


Quién sabe si no fue un mendigo con vocación poética quien escribió este poema anónimo escrito en una pared:
“A decir verdad
nunca tuve un pijama,
¿para qué, si nunca tuve cama?
Verdad verdadera,
nunca tuve un juguete,
sólo tuve miedo.
Pero hoy hace tanto frío,
tanta humedad,
que invento una frazada de sol poniente
y un pijama de sueño en cama caliente.
Es bueno jugar,
soñar con ser gente”.

Frei Betto.

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