domingo, 21 de octubre de 2007

EL ENCUENTRO JAMÁS OLVIDADO


Nunca imaginé que aquel día cambiaría mi visión de la soledad, esa soledad que a veces tengo en mi interior, sabiéndome acompañada por muchos a mi alrededor, aún así muchas veces sentí que era un fantasma para muchos, descubrí entonces que somos nosotros mismos quienes nos aislamos y nos encerramos en nuestro propio mundo…

Subía al tren subterráneo (metro) nunca lo hago, mi trayecto lo hago normalmente en bus, tenía poco menos que volar para llegar, ¿pero llegar adónde?, no voy a una cita importante, solamente voy a mi trabajo y tengo tiempo suficiente, sin embargo la gente me lleva, corro como ellos, me agito, me acelero, casi diría que voy atrasada.

Miro a mí alrededor, veo rostros que no tienen expresión, cada uno va en su mundo, ¿qué pensarán? ¿Qué sufrimientos guardaran?, se ven como autómatas, enajenados, ensimismados. Sí hasta me parece que son de mármol o están esculpidos de piedra.

Me siento y al frente un viejo me mira, siento su mirada penetrante, que hace que mi mirada se levante, me sonríe, y me dice…

¡Qué bellas manos tiene usted!

¡Gracias que amable!

Sí me lo permite déjeme decirle que tiene unas manos hermosas, manos trabajadoras y bien cuidadas, en ella denotan que usted entrega amor por medio de caricias.

Usted sabe de estas cosas? Y que de raro encuentra en mis manos, son como todas

La verdad señora, no sé nada de leer manos, solamente es mi estrategia para comenzar una conversación.

¡Vaya!, que buena estrategia y muy original señor

Aún así sus manos son hermosas

Me sonrío y bajo la mirada

Señora, ¿sabe usted que cada día me subo a este carro y llego hasta la última estación y me regreso?

Soy viudo, y vivo solo, siento cada día que debo salir, imagino que voy a mi trabajo, y en este viaje puedo conversar.

En ese momento ya él me había atrapado en su conversación, el dialogo fue fluido, era un hombre realmente sabio.

Sabe señora, tengo ya muchos amigos en este recorrido, y los conocí así de esta forma, ya no son conocidos, ya no son personas ajenas, son mis amigos.

Lamentablemente no nos volveremos a ver Señor, yo no viajo nunca por este medio

Tal vez un día nos volveremos a encontrar

Señora, recuerde esto... para llegar al corazón de alguien, solamente debe hablar con el alma.

Al bajarme y despedirme de aquel viejito hermoso, de piel arrugada y sana, de ojos cansados pero brillantes, de voz pausada y gentil, sentí que dejaba allí alguien valioso, alguien que muy probable podría haber sido mi amigo, nunca lo olvide, siempre lo recuerdo, muchas veces que subo al metro, miro a cada persona, intento buscar su rostro, me parece verle diciendo.

Señora, Señor…. Que bellas son sus manos.




JANETT, 25-06-06

No hay comentarios: